Una marea de flores color naranja encendido ondea con el viento y desprende su intenso aroma a los pies del volcán Popocatépetl. Heredando el misticismo de tiempos prehispánicos, los pétalos desgranados del cempasúchil formarán los caminos alfombrados que guíen a las almas hasta México en Día de Muertos.
Al igual que en este rincón del céntrico estado de Puebla, cerca de 1.700 hectáreas en todo el país producen cada año miles de toneladas de la legendaria flor de cempasúchil, protagonista inexorable de las ofrendas que los mexicanos preparan para el 1 y 2 de noviembre, clímax de la tradicional fiesta que rinden a sus muertos.
"Un altar sin flor de cempasúchil ¡no es una ofrenda!", exclama a la AFP Yessica Ponte, una campesina de 28 años que, machete en mano, cosecha la planta en Nealtican, una localidad de Puebla dominada por los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
Las ofrendas pueden ser modestas o suntuosas, pero todas son dispuestas sobre papel picado multicolor, entre generosos ramos de cempasúchil y alrededor de los retratos de los seres queridos que ya no están.
Entre veladoras blancas y calaveritas de azúcar y chocolate, se coloca el esponjoso y dulce "pan de muerto", así como todos los manjares que los fallecidos apreciaban en vida: desde un elaborado pollo en salsa de mole, hasta un vivificante tequila.
"Yo le pongo lo que más se pueda de flor, y su caminito (de pétalos) que va a la calle" para que los espíritus de los abuelos puedan encontrar el camino de regreso a casa, cuenta Ponte sonriente.
Según las creencias, los pétalos de cempasúchil -que pueden ir desde el amarillo penetrante, pasando por el anaranjado hasta el rosa intenso- guardan el calor del sol y representan lo divino.(Andina)
Al igual que en este rincón del céntrico estado de Puebla, cerca de 1.700 hectáreas en todo el país producen cada año miles de toneladas de la legendaria flor de cempasúchil, protagonista inexorable de las ofrendas que los mexicanos preparan para el 1 y 2 de noviembre, clímax de la tradicional fiesta que rinden a sus muertos.
"Un altar sin flor de cempasúchil ¡no es una ofrenda!", exclama a la AFP Yessica Ponte, una campesina de 28 años que, machete en mano, cosecha la planta en Nealtican, una localidad de Puebla dominada por los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
Las ofrendas pueden ser modestas o suntuosas, pero todas son dispuestas sobre papel picado multicolor, entre generosos ramos de cempasúchil y alrededor de los retratos de los seres queridos que ya no están.
Entre veladoras blancas y calaveritas de azúcar y chocolate, se coloca el esponjoso y dulce "pan de muerto", así como todos los manjares que los fallecidos apreciaban en vida: desde un elaborado pollo en salsa de mole, hasta un vivificante tequila.
"Yo le pongo lo que más se pueda de flor, y su caminito (de pétalos) que va a la calle" para que los espíritus de los abuelos puedan encontrar el camino de regreso a casa, cuenta Ponte sonriente.
Según las creencias, los pétalos de cempasúchil -que pueden ir desde el amarillo penetrante, pasando por el anaranjado hasta el rosa intenso- guardan el calor del sol y representan lo divino.(Andina)
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