Setenta y cinco de cada 100 escolares han sido víctimas de violencia física y psicológica alguna vez en su vida por parte de sus compañeros de estudio en el 2015, según una encuesta nacional del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) y del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
Esta cifra fue revelada por Lourdes Febres, coordinadora general de la ONG Acción por los Niños, organización que emprendió la Campaña Nacional Atrévete a criar con amor, con el propósito de enseñar a los padres y educadores a respetar al niño como un ser humano y no como un objeto de propiedad.
Del total mencionado, el 71.1% sufrió violencia psicológica, es decir, insultos, burlas, desprecio, apodos, chismes, rechazos, les rompieron y escondieron sus cosas o sus compañeros los aislaron y no jugaron con ellos.
Mientras que el 40.4% fue víctima de agresión física, mediante jalones de cabello u orejas, patadas, puñetazos, codazos, rodillazos, cachetadas, cocachos o nalgadas, golpes con el lápiz, lapicero o regla, o fue golpeado con objetos como correa, soga o palo.
El 75.7% de estos casos ocurrieron en salones de clase, y el porcentaje restante en el patio o fuera del colegio. Los menores acudieron en busca de ayuda en primera instancia a personas cercanas, madre o profesor, quienes llamaron la atención al agresor, conversaron con él, o avisaron a una autoridad del colegio. (Andina)
Esta cifra fue revelada por Lourdes Febres, coordinadora general de la ONG Acción por los Niños, organización que emprendió la Campaña Nacional Atrévete a criar con amor, con el propósito de enseñar a los padres y educadores a respetar al niño como un ser humano y no como un objeto de propiedad.
Del total mencionado, el 71.1% sufrió violencia psicológica, es decir, insultos, burlas, desprecio, apodos, chismes, rechazos, les rompieron y escondieron sus cosas o sus compañeros los aislaron y no jugaron con ellos.
Mientras que el 40.4% fue víctima de agresión física, mediante jalones de cabello u orejas, patadas, puñetazos, codazos, rodillazos, cachetadas, cocachos o nalgadas, golpes con el lápiz, lapicero o regla, o fue golpeado con objetos como correa, soga o palo.
El 75.7% de estos casos ocurrieron en salones de clase, y el porcentaje restante en el patio o fuera del colegio. Los menores acudieron en busca de ayuda en primera instancia a personas cercanas, madre o profesor, quienes llamaron la atención al agresor, conversaron con él, o avisaron a una autoridad del colegio. (Andina)
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