Largas colas de pasajeros, competencia con colectivos y buses informales, paraderos mal señalizados y ausencia de inspectores de la Municipalidad de Lima. Todo esto es lo que actualmente se encuentra en las horas punta en el Corredor Javier Prado-La Marina-Faucett a casi dos años de iniciada su operación.
Otro problema que afronta este servicio que comenzó a funcionar el 20 de diciembre del 2014 es la falta de un patio de maniobras en San Miguel, donde está su último paradero. Eso no es todo. Las unidades tradicionales (cústers, combis y buses) aún no han sido retiradas de este eje vial.
Perú21 hizo un recorrido por las citadas avenidas en horas de la mañana. Por ejemplo, en el paradero Pumacurco (San Miguel), nos encontramos con unas 150 personas que esperaban abordar un bus. Los vehículos llegaban con una frecuencia de 10 minutos y se llenaban rápidamente.
Una situación similar observamos en los paraderos Sucre (Magdalena), Basadre y Masías (San Isidro). La gente pierde más de 20 minutos esperando. Encima vas de pie, apretado; el corredor tiene que mejorar, sostuvo Luis Sánchez, quien a diario debe abordar estos buses para llegar a su trabajo en San Isidro.
Por otro lado, en horas de la tarde, también en San Miguel, nos encontramos con buses que ocupaban las calles como si fueran su terminal. Esto ocurría entre la cuadra 5 y 6 de la avenida Precursores. Ante la falta de un terminal, los vecinos aseguraron que los choferes estacionan sus unidades para comer y descansar.
Perú 21.
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