Durante la misa dominical se hizo la lectura del Santo Evangelio de Lucas, donde se recuerdan las palabras de la santa escritura, mediante la parábola del Hijo Pródigo: Traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
Es así que este evangelio nos da una lección de la misericordia de Dios, que está representado en la figura del padre, que a pesar de todos los pecados cometidos por el hijo, corre a su encuentro y lo acoge nuevamente en su casa.
En este sentido la palabra del Señor, nos da a conocer que todos somos sus hijos amados y debemos ser misericordiosos con nuestros semejantes, alegrarnos cuando alguien cambia y retorna a buen camino, pues solo así podremos construir un mundo mejor y llamarnos auténticos hijos de Dios.
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