Por Jaime Calapuja
En periodo de estiaje – entre los meses de mayo a setiembre – varios ojos de agua y riachuelos ubicados próximo a la cuenca Llallimayo en la provincia de Melgar, región Puno, se secan. Los pobladores de comunidades cercanas están obligados a sacar agua del río para preparar sus alimentos, dar de beber a sus animales y regar sus cultivos. En los últimos 10 años, en temporadas, el río no ha sido el mismo – transparente; su color ha tomado diferentes tonalidades: amarillento, naranja, verdosa y gris. Según el informe 077 – 2017 del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) concluyó que esas aguas contaminadas provienen del botadero Jessica (mina Arasi) y el río Azufrini que desembocan al río Pataqueña (en adelante Chacapalca, Jatun Ayllu y Llallimayo).
Cansados de tantas mesas de trabajo como promesas del ejecutivo y de la empresa minera, que se comprometían a intervenir en la cuenca para reducir el impacto ambiental, los pobladores afectados de los distritos de Llalli, Cupi, Umachiri y Ayaviri emprendieron una huelga indefinida el 20 de julio del 2019 en una de las instalaciones mineras (Jessica). Constataron en el lugar, el agua que ingresaba al río Pataqueña era de color naranja. El 26 de julio de ese mismo año, en la capital de la provincia de Melgar, la ministra del Ambiente, en ese entonces Lucía Ruiz, anunciaba la paralización y cierre de la mina Aruntani, pronunciamiento que salió de una reunión de alto nivel con dirigentes, autoridades locales y otros dos ministros; dos días después, en el mensaje a la Nación el entonces presidente Martín Vizcarra respaldaba esos acuerdos. Ha pasado más de un año, el río sigue contaminado y los pobladores informan estar enfermos por consumir el agua.
En el mes de noviembre de este año, la preocupación de la población no solo ha sido la contaminación de la cuenca, sino las heladas y ausencia de las precipitaciones pluviales. En pleno inicio de la campaña agrícola 2020 – 2021, informaron de pérdidas en sus cultivos de papa y quinua. En comunicación con radio Onda Azul, la defensora de los derechos humanos del distrito de Llalli, Margarita Machacca Quispe, quien vive próximo a la cuenca Llallimayo, dijo que la realidad del río no ha cambiado en nada. Ante la ausencia de lluvias están obligados a captar agua del río para dar de beber a sus animales y regar sus cultivos.
Preocupados por la situación del río, decidimos visitar la cuenca. En el distrito de Cupi, el dirigente del Comité de Riego de Corani, Pedro Peqqueña Vilca, dijo que para su diario vivir consumen agua del manantial “Qara Qarani” ubicado en un cerro del mismo nombre. Pero ante la ausencia de lluvias este tiende a secarse. En su propósito de mantener la fuente, hacen uso del río para dar de beber a sus animales. Desde la parte alta observó a sus vecinos que vivían próximo a Llallimayo, quienes no eran beneficiarios de la irrigación Corani y dijo entristecido “Ellos toman agua de ese río para cocinarse, también sus animales”. Agregó “Los ganados están enfermos. Los niños están desnutridos”.
Para contrastar esa realidad, tuvimos que bajar a la zona. Nos recibió el dirigente del Frente de Defensa de Cupi, Lucio Surco Chipana. “Aquí los comuneros del sector Pampa Canal N directamente consumen agua de Llallimayo” dijo, lamentando que varios de sus vecinos no tienen otra fuente de agua. Mirando por donde recorrían los riachuelos lamentó que, en pleno inicio de la siembra, estos se encontraban secos. Otros sectores que tienen el mismo problema son: Rosaspata, Rincón, Machacmarca, “Challapata”, Melgar y Aquesaya. Le preguntamos ¿cómo obtienen el agua si el río se encuentra contaminada? Dijo que buscan bocatomas de agua, donde se filtra el recurso hídrico.
Próximo a Cupi está el distrito de Llalli. Desde ese lugar el presidente del Frente de Defensa de Recursos Hídricos de Llallimayo, Néstor Ccasa, además de informar sobre la contaminación del recurso hídrico, manifestó que no reciben una atención oportuna del Ministerio de Salud. “Para el tamizaje de niños menores de 36 meses tomaron muestras de zonas altas que no consumen agua del río, sino de manantiales. De parte de salud están interviniendo mal” dijo. Evidentemente, le preocupa la salud de sus niños y teme que el consumo de agua esté influyendo en la anemia y desnutrición infantil. Además, confesó que a la fecha no se les aplicó pruebas para analizar metales pesados en el cuerpo de los habitantes. Señaló que estaba previsto para el 27 de noviembre la aplicación de 2 mil pruebas de salud, pero les comunicaron que no será posible por los problemas políticos que atraviesa el país.
Según el Plan de Acción de Salud Integral para la población expuesta a metales pesados y otras sustancias químicas de la cuenca Llallimayo, se tenía programado efectuar atenciones integrales en zonas de riesgo, pero no se realizan, porque no se cuenta con un financiamiento exclusivo, así refiere en un informe el coordinador de Estrategia de Metales Pesados de la Dirección Regional de Salud de Puno, Luis Ramirez Atencio. Los trabajadores de salud que intervienen en la zona informaron que en varias oportunidades hicieron coordinaciones y gestiones con el Ministerio de Salud y el Gobierno Regional de Puno, pero no tienen respuestas al respecto, mucho menos presupuesto.
Al director de la Red de Salud Melgar Jesús Vilcatoma Salas se le preguntó cómo es la atención a la población expuesta a metales pesados, manifestó que por la emergencia sanitaria del coronavirus COVID – 19, se hicieron modificaciones presupuestales y se tuvo poca incidencia. Respecto a la salud de sus pacientes, presume que el consumo de agua contaminada podría generar un problema patológico a nivel sistema nervioso central. No descarta que se pueda hallar en el cuerpo de la población metales pesados como plomo.
Le preguntamos si en su gestión se planteó la aplicación de pruebas para descarte de metales pesados en el cuerpo de pobladores que consumen agua de la cuenca Llallimayo, respondió que estaba planeado entre el 24 al 27 de noviembre, pero se suspendió por los problemas que atraviesa el país. La coordinación se venía realizando desde Lima, con el Ministerio de Salud. “Se esperaba la visita de especialistas. Con el cambio de gobierno hay una reprogramación” señaló el médico.
De igual manera le preguntamos si el consumo de agua incrementa los casos de anemia en niños. Refiere que no se tiene un antecedente científico para concluir en ello, pero están trabajando para disminuir los casos de anemia con visitas domiciliarias, suplementación a los 4 meses de nacidos, tamizajes de hemoglobina a los 6 meses para descartar anemia, en el caso de que el diagnóstico es positivo los pacientes reciben suplementación y tratamiento; desparasitan a niños entre 2 a 17 años y se hacen campañas de vacunación.
Por su parte el responsable del Programa Articulado Nutricional y AIS Niño de la Dirección Regional de Salud, Pyer Alvarez, manifestó que, hasta el tercer trimestre del 2020, el tamizaje de hemoglobina ha disminuido por la emergencia sanitaria COVID – 19. La prevalencia de anemia hasta el tercer trimestre de este año (enero a setiembre), según el Sistema de Información de Estado Nutricional, en niños menores de 36 meses va de la siguiente manera: Cupi 62%, Umachiri 38%, Cono Norte 35% y Llalli 42 %. Para reducir estos casos manifiesta que tienen reuniones permanentes a través de la Gerencia de Desarrollo Social con los alcaldes distritales.
Sin duda, el Gobierno central, regional y local pese a tener conocimiento de la realidad que viven varias familias afectadas de los distritos de Llalli, Umachiri, Cupi y Ayaviri de la provincia de Melgar, por la contaminación del río Llallimayo, no vela por sus derechos a la salud, a la vida y a vivir de un ambiente sano. Ha pasado 10 años y no se aplicó ninguna prueba de sangre de metales pesados, tampoco se inyectó financiamiento para atender a la población, mientras se registran pacientes enfermos.
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